sábado, 31 de diciembre de 2016

El parque de los paseos misteriosos

Una de las cosas que más me llamó la atención al mudarme a Shanghai –contaba Xuan, una de mis compañeras de alemán que viene de China- es que durante los fines de semana había un parque que se llenaba de parejas. En su mayoría, parejas de cuarenta, cincuenta o sesenta años. No es raro que las parejas salgan a caminar por los parques los fines de semana pero en éste la concentración era mucho mayor que en otros.

Con el tiempo descubrí que las parejas a veces se encontraban con otras parejas y se ponían a charlar. Hasta aquí, nada muy extraño. Poco tiempo después vi que muchas de estas parejas iban, venían o miraban con atención una cartelera que está en un sector del parque. Un día finalmente sentí mucha curiosidad y me acerqué a ver la cartelera. ¿Qué información podría interesar a tantas parejas de entre cuarenta y sesenta años? ¿qué publicarían? ¿qué les interesaría tanto?

Fue una sorpresa -explicó Xuan- mientras el resto la escuchábamos con atención. El primer aviso que leí era algo así como: “Busco esposa para mi hijo XX. Su profesión es XY. Mide XZ, pesa XW. Trabaja en  la compañía ZY y tiene un ingreso mensual de ZZ”. El segundo aviso que vi no era muy distinto. “Busco candidato para mi hija. Se llama XX, tiene XY años, es alta, educada, sabe tocar el piano. Estudió XZ en la Universidad de XW”.

El parque y la cartelera habían oficiado por años como agencia matrimonial para la clase media y media alta de Shanghai. Los padres de los/as jóvenes en edad casamentera lleva(ba)n los avisos que utiliza(ba)n para conseguir pareja para sus hijos/as. Llevan sus avisos, ven los otros, contactan a otros padres y se juntan en el parque. Y mientras caminan bajo la sombra de vaya a saber uno qué árboles, deciden quién se casa con quién.

jueves, 29 de diciembre de 2016

Escapada de fin de año

Estamos vivos. Y a pesar de lo que se ve en las fotos que venimos publicando con atraso, no estamos en verano. Hace frío, mucho frío. Los días son cortos. Cortísimos. Tan cortos que a las tres de la tarde comienza el atardecer y una hora más tarde ya es de noche. Quiero que vuelva el verano. Queremos.

Para escaparnos de tal suplicio hemos pensado en escaparnos para navidad y año nuevo al Mediterráneo. En realidad lo pensamos hace mucho tiempo, en agosto. Pero, claro, en Alemania no se puede planificar un viaje para diciembre recién en agosto. Como resultado de planificar un viaje con tan sólo cuatro meses de anticipación, no encontramos pasajes baratos ni a Barcelona ni a ningún lugar de España.

Así las cosas tuvimos que improvisar un poco y cambiar la estrategia. No ya a dónde queremos ir sino a dónde podemos encontrar pasajes baratos. Y claro, el norte de Alemania y Dinamarca parecen ser los destinos menos elegidos. Al fin de cuentas, ¿quién querría irse de vacaciones a un lugar donde las noches son aún más largas? ¡Nosotros!

Desde el 23 estamos yirando por el norte de Alemania y Dinamarca, tratando de aprovechar al máximo las pocas horas de luz solar y abrigándonos en el calor del Glühwein que se vende en los mercados navideños.

miércoles, 28 de diciembre de 2016

Foto de miércoles

París. Los videojuegos ochentosos invaden la ciudad.

lunes, 26 de diciembre de 2016

Ohlalá! Finalmente, París. Episodio III

En el verano (verano europeo, que sería nuestro invierno) de 1789 París fue el escenario de uno de los eventos más pintados, idealizados, criticados, ensalzados, combatidos, discutidos e imitados de la historia. Sí, la Revolución Francesa. Revolución y París desde entonces se convirtieron por varios años en sinónimos y si en el viejo continente había un viento de algo nuevo, un rumor de algún cambio o sensación de que algo estaba a punto de ocurrir, entonces había que mirar a París para ver qué pasaba. Al menos así fue por cerca de cien años, hasta 1871.

A lo lago del proceso revolucionario la influencia parisina fue tan importante que uno de sus mayores símbolos, la bandera tricolor no es otra cosa que la bandera de París (roja y azul) con una franja blanca en el medio simbolizando a los Borbones.
De la toma de la Bastilla a los Campos de Marte, de las Tullerías a Les Invalides, la ciudad entera guarda recuerdo de la época. Y no sólo de la revolución sino también de lo que vino después, es decir, Napoleón Bonaparte.

Y con la influencia del imaginario republicano primero, y del imperial después hubo un florecimiento del estilo neoclásico. República e imperio se identificaban por igual con Roma. Y Roma, con columnas y cúpulas. Así que así allá fueron los arquitectos franceses de la época.
Sin embargo a quien debemos buena parte de la apariencia del París actual es al Barón Hausmann, quien durante la época de Napoleón III -el sobrino del Napoleón posta- llevó a cabo un extenso plan urbanístico en París. Se amplió el área administrativa de la ciudad, se crearon parques, se construyó la Ópera y por sobre todo, se destruyó.
Se destruyó y se construyó más tarde, claro está. Y no sólo para unificar estilos arquitectónicos ni para nivelar la altura de los edificios. Esos eran efectos colaterales también deseados, pero parte del proyecto buscaba mejorar las comunicaciones en la ciudad, abrir amplios boulevares y, de paso, evitar que la ciudad fuera fácilmente transformable en una gran trinchera. 
Así que entre otras cosas se buscaba evitar que el París laberíntico de cien años atrás continuara sus hábitos revolucionarios.
A pesar de que en su época Hausmann fue duramente criticado y, a la larga, tuvo que renunciar, la ciudad le debe, hoy en día el trazado de buena parte de sus avenidas como así también de sus cañerías. 
Con la caída en desgracia de Napoleón III, Hausmann tuvo que resignar una parte de sus planes aunque, definitivamente, logró salirse con la suya en muchas cuestiones. A pesar de preservar buena parte del plan de Hausmann, sin embargo, no se puede decir que París haya quedado estancada en los finales del siglo XIX. Y no me refiero solamente al metro.

Exposiciones universales, victorias y derrotas dejaron también su huella en París, como así también el art nouveau y demás modas arquitectónicas.
Claro que, cuando se quiere, se puede seguir metiendo la cuchara en la ciudad. Aún muy cerca del casco histórico, como por ejemplo, el centro Pompidou, un buen ejemplo que muestra cuán rápido un edificio resistido puede convertirse en símbolo de la ciudad.
El otro ejemplo de este fenómeno es una de las más discutidas y aborrecidas construcciones del París de su época: la torre Eiffel. De hecho, numerosos intelectuales de la época se manifestaron en contra de su construcción. Pero bueno, la torre más celebre de la ciudad también se merece su propia entrada.

sábado, 24 de diciembre de 2016

Ohlalá! Finalmente, París. Episodio II

Por raro que suene, entre 1418 y 1436 París estuvo ocupada como resultado de la guerra de los cien años. Para hacer fácil algo que no lo es, digamos que en algún momento del siglo XIV hubo un conflicto por el cual dos primos pelearon para hacerse con el trono de Francia. Lo normal en estos casos... cuando un rey muere sin tener hijos, pronto sus sobrinos, primos, ahijados y amigos del tío empiezan a sacarse los ojos a ver quién se queda con la herencia. Claro que en este caso uno de los primitos era el rey de Inglaterra, con lo que la escenita de pelea familiar adquirió todas las características de una guerra internacional. Guerra va, ataque viene, Inglaterra y los duques de Borgoña invadieron la región. En París la ocupación no duró cien años ni mucho menos.
Hacia el siglo XVII la ciudad entre en un período de expansión y construcción. Se realiza el Pont Neuf y, ya que estamos, el Palais Royal, hoy Place des Vosges, además de las Tullerías.
Place des Vosges
A comienzos del siglos XVII también se decidió remodelar y ampliar los jardines de Luxemburgo. La reina consorte de la época, María de Médici, se dedicó a comprar las casas aledañas a su palacio a fin de poder dotarlo de un jardincito un poco más digno.
Un poco más tarde pero dentro del mismo siglo, uno de los primeros ministros más novelescos de la historia de Francia también mete su cuchara en la ciudad. Me refiero al Cardenal Richelieu, malo al-final-no-tan-malo de Los Tres Mosqueteros.
El Palais Royal, residencia del cardenal Richelieu y luego, del rey.
A falta de uno, Richelieu construyó cinco puentes sobre el Sena, además de una larga serie de capillas, una ampliación de la Sorbonne y, por qué no, un palacio para sí mismo. Para algo era, después del rey, el hombre más poderoso de Francia. Y como, a diferencia del rey, como cardenal no podía tener hijos (no al menos de los legítimos) a su muerte su lujosa residencia fue a parar a manos de Luis XIII, que lo convirtió en su Palais Royal.
Siguiendo por la carretera histórica de los Luises, la próxima parada es la de Luis XIV. Conocido como Luis el grande y El Rey Sol, a lo largo de los setenta y siete años y ciento diez días que duró su reinado -el más largo de Francia- se dedicó, principalmente, a consolidar su poder. Modelo de Monarca absoluto y ejemplo a seguir para todos los aprendices de déspota ilustrado, dejó París por su palacio de Versalles. Desde el entonces la familia real francesa abandonó su residencia del Louvre, que poco a poco comenzó a ser ocupada por las Academias francesas de arte, pintura y escultura, transformando así el viejo palacio en algo más parecido a su actual función de museo.
Durante el reinado de Luis XIV se derribaron las murallas de la ciudad, aprovechando el espacio para la construcción de grandes boulevares. Se ve que la moda viene de París desde hace ya largo.

También dio comienzo a la construcción de Les Invalides, un complejo que incluye jardines, museos –principalmente de la historia militar de Francia- y monumentos, como así también un hospital y un hogar para veteranos de guerra. 

jueves, 22 de diciembre de 2016

Oh lalá! Finalmente, París. Episodio I

Mais ouinous sommes ici! Hacía tiempo que París venía en la mira de viajes, escapadas y findes largos. Finalmente le llegó la hora. Le llegó a finales del verano pasado, o sea, hace casi cinco meses. Y sí, a este blog ciertas cosas llegan cada vez más tarde. Je suis desolé. 
Me encanta porque el origen del nombre es simple. Al menos en principio. La región la habitaba una tribu gala, la de los parisios. Los parisios establecieron una pequeña ciudad alrededor del 250 a.C., muy posiblemente en lo que hoy es la Île de la Cité (también conocida como la isla donde está la catedral de Notre Dame). 
Doscientos años más tarde llegaron los romanos y, al menos por unas cuántas centurias, se acabó lo que se daba. Ocuparon la región, conquistaron a los parisios y reconstruyeron la ciudad.

La ciudad romana fue bautizada Lutecia Parisii, pero parece que como el nombre mucho no pegó también se empezó a utilizar la denominación Civitas Parisorium (la ciudad de los parisios) para referirse a ella. Bueno, la economía verbal hizo el resto. Pero eso pasó recién en el siglo IV.
Un poco antes de eso, en el siglo III llegó a la Civitas Parisorium un tal Denis. Denis iba a pasar a la posteridad como Saint Denis, un evangelizador que se convirtió en el primer obispo del pueblo. Cuando Denis no quiso renunciar a su fe fue, procedimiento habitual para la época, martirizado y finalmente decapitado en una colina que luego recibió el nombre de Mons Martyrum (la montaña de los mártires), nombre que eventualmente devino en Montmartre.

En cuanto a Denis, su tumba se convirtió en un lugar de peregrinación de cierta importancia. Cuando algunos siglos más tarde Saint Denis se convirtió en el patrono del reino, sus restos fueron retirados del cementerio romano y se comenzó a construir una basílica para alojarlos. Invasiones vikingas y ataques normandos mediante, la construcción se hizo lenta y complicada, siendo terminada recién en 1144. Hoy se la considera la primera iglesia gótica y modelo del estilo.
Igual avancé como quinientos años… Volvamos atrás, si hasta hace un párrafo aún andaban los romanos dando vueltas. Desde el siglo III las fronteras del imperio ya no eran lo que habían sido alguna vez. El nombre del período lo describe bastante vívidamente; las invasiones bárbaras. Entre tanta tribu germánica que aprovechó para cruzar la frontera estaban los francos. En el 508, cuando los francos tomaron el norte de la Galia, París se transformó en capital. No de Francia, que aún no existía, sino del reino de los francos. Parece lo mismo pero no lo es

Por cerca de quinientos años París ejerció las veces de capital aunque no de manera sistemática ni constante. Por aquella época el concepto era bastante simple. El reino se dirige desde dónde esté el rey. Y si el rey tiene una corte itinerante, entonces el concepto de capital se desdibuja un poco.

Sin embargo a lo largo de esos años la ciudad consolidó su posición como principal centro político, religioso, cultural y económico. Sin mencionar que era su mayor ciudad. Así las cosas nadie se sorprendió cuando la ciudad pasó a ejercer la función permanente de capital del reino.
Para el siglo XIII la ciudad tenía básicamente tres sectores. La Île de la Cité, donde estaba el Palais de la Cité, que era la residencia real oficial y desde 1163, la catedral de Notre Dame.
El Palais de la Cité, también conocido como la Conciergerie, fue la residencia de los reyes de Francia entre los siglos X y XIV. Después funcionó como prisión de estado (centurias más tarde también estuvo presa acá la María Antonieta) y actualmente pertenece al poder judicial, aunque hay una parte que puede visitarse. En la misma manzana se encuentra la Sainte Chapelle, que ya tendrá su propia entrada.
En la orilla izquierda se encontraban los edificios de la universidad de Paris -es la segunda más antigua del mundo, por si a alguien le interesa el dato-. En la orilla derecha se encontraban los edificios dedicados al comercio y las finanzas, además de la que, en el siglo XII era la fortaleza del Louvre.

miércoles, 21 de diciembre de 2016

Foto de miércoles

Chur. No sé si esta Malena baila el tango como ninguna, pero dicen que a la hora de repulgar le saca viruta a las tapas para empanadas. 

PD. Desconozco si la palabra empanadería existe o no.

lunes, 19 de diciembre de 2016

Al final, el alemán no era tan difícil

Para variar hoy la Señora de la cartera fucsia llegó tarde. También, para variar, sonó su teléfono en clase. Como es costumbre, mientras su teléfono sonaba ella apretó una tecla que hizo que el teléfono dejara de sonar y, a los cinco segundos, el aparato sonó con laque asumo es la melodía de mensaje de texto.

Mientras todo este proceso tenía lugar nuestra profesora no dejó de dedicarle la más invernal de las miradas congelantes mientras en la clase se repetían los bufidos y las risas cómplices.

Sin embargo después pasó algo insospechado. Algunos minutos más tarde, cuando empezó el recreo, la señora de la cartera fucsia no saltó eyectada de su asiento sino que se quedó en la clase.  Como circunstancialmente se sienta cerca de donde suele estar mi compañera peruana se dio cuenta de que hablábamos en español.

Vocês são de Espanha?
No. Ella es de Perú y yo soy argentino. Pero sí, hablamos español.
mas vocês falan espanhol...
Sí, sí...
Eu entendo por que o português é um pouco semelhante.
Claro (Bueno, ahora sabemos de donde es) ¿Y es de Portugal? ¿o de Brasil?
Não, de Portugal. Português do Brasil é um portugês grosseiro.
Ajá...
Ao contrário, o português de Portugal é uma linguagem muito mais bonito.
Claro… (Ni lerda ni perezosa, Edith, mi compañera de Perú, acaba de escaparse, dejándome a mí con la señora )
Você entiedes o que deu?
Porque português não é tão fácil de entender ...
(Si usted lo dice)
O português é uma das línguas mais difíceis lá
(¿Más que el alemán? ¿me estás cargando?) ¿Ah sí?
Sim. Muitas pessoas falam. Mas eles falam sobre uma maneira grosseira
Ajá...
Mas eu, eu sempre fui a melhor aluna da minha classe. Falo perfeito português. Eu o domínho.
(Ah, pero que bien, La señora domina su lengua materna)
E dominar o Português é muito mais difícil falar bom alemão
(La verdad, mucho no se nota)
Pero el alemán tiene bastantes cosas que son más complicadas que en portugués, español u otros idiomas latinos (ejém, las mald&#%$ declinaciones)
Mas isso não é tão complicado. No final, o português é muito mais complexo
(¿Por eso te entiendo sin problemas habiendo estudiado dos meses de portugués?) Ajá, será así entonces.
Sim sim. É muito difícil falar bom português. Mas eu sou um advogada e ter que fazer muitos escritos, ler muito. Então eu falo perfeito. Eu o domínio.
¿y por qué estudia alemán?
estudo alemão porque o meu filho vive aqui. Ele é científico. Ele é um doutor. É muito inteligente. Muito bom em seu trabalho. Então eles foram à procura... blablabla...
(ok, creo que es suficiente. Edith, ¿donde te metiste?)
e ele trabalha com cientistas de todo o mundo... blablabla... feijoada... blablabla
(por favor que termine el recreo)
Blablabla...

Ése día no sólo aprendí que el portugués es el idioma más difícil del mundo y que la señora de cartera fucsia lo dominaba. Ese día la señora de certera fucsia dejó de ser la señora de cartera fucsia. Ese día empezó a ser la portuguesa.

sábado, 17 de diciembre de 2016

Día tres. La montaña de Toblerone

De Othmarsingen a Lenzburg
Esta parte del trayecto ya me la sé de memoria. Y no es para menos, en los últimos diez días la debo haber hecho más de cinco veces. De día, de noche, para un lado o el otro.   
De Lenzburg a Aarau
Miro la aplicación mágica que guía mis viajes. No llego ni salgo del andén misterioso. Claro, ahora que conozco el viejo truco del andén que está cruzando la calle, no necesito usarlo. Búuuuu…

De Aarau a Berna
Tengo un ratito en Berna. Aprovecho para hacer una recorrida rápida por la ciudad sin aventurarme a ir más allá de algunos lugares que ya conozco. Por suerte ya no están trabajando en el congreso suizo y puedo hacerme una mejor idea del edificio ahora que no hay andamios por todos lados.
De Berna a Visp
Tomo el tren en Berna que me lleva a Visp. Por alguna razón al pensar en la ciudad pienso en una avispa. Lamentablemente en Visp tengo sólo cinco minutos, así que no puedo saber si hay exceso de panales o qué en la ciudad. Mi nuevo tren es uno de los trenes especiales con ventanales más grandes y aunque no es el Glacier Express, haremos un tramo de la rua panorámica.

El património histórico
Em alemán, inglês, francés e italiano nos informan que estamos acercándonos al trayecto que fue declarado patomonio histórico de UNESCO. Se trata de una serie de túneles y puentes que, para la época fueron toda una serie de proezas de la ingeniería.

Llegada a Zermatt
Zermatt es uno de los centros de esquí más famosos de Suiza. La ciudad me hace acordar un poco al cerro catedral, claro que mucho más grande, con muchísimos más hoteles y con una particularidad. En Zermatt no están permitidos los autos. Sólo se puede llegar en auto hasta el pueblo anterior. Luego hay que seguir en tren o, llegado el caso, a pie. 
 
Frente a esta situación los hoteles de la ciudad disponen de un ejército de carritos de golf que surcan la ciudad a una velocidad que, les puedo asegurar, es bastante mayor de lo que se podría imaginar. Así que mejor está atento.
Las cabañas de madera y los hoteles rebosan de flores. No sé cómo hacen, pero los geranios, las violetas de los Alpes, las rosas, todo está en flor.
Pero no sólo hay flores al por mayor por las calles de Zermatt. También hay turistas. Muchísimos. Casi demasiados.

En mi camino al Matterhorn paso por el barrio al que trasladaron algunas de las cabañas históricas del pueblo. Hay que reconocerlo, son pintorescas. Como resultado me emociono sacando fotos sin olvidar que la montaña del Toblerone aún me espera.
De Zermatt, al Matterhorn
Mi Swiss Pass tiene descuento para el teleférico que va al Matterhorn. Ieiiii… Miro mis zapatillas pseudo Topper y miro la montaña. De nuevo. Las zapatillas y la montaña. Lo pienso un segundo y decido sacar solamente ida. Bajaré caminando. No es el calzado ideal pero es lo que hay.

El ascenso se hace en dos tramos y al finalizar llegamos a una plataforma desde donde es posible seguir subiendo. Quienes quieren pueden llegar a la parte de los glaciares y a las nieves eternas. Para mi sorpresa hay, a pesar de ser verano, esquiadores/as aquí y allá que siguen viaje. Yo, por mi parte, me doy por satisfecho.
Sí, no sé por qué pero hay una nube que parece enganchada a la montaña. Como si el viento quisiera llevársela pero la montaña deseara reternerla.
Luego de dar una vuelta por los miradores decido emprender la bajada. Claro que no hay UNA bajada. Hay montones. A Zermatt vía Furi, a Zermatt vía Lago XX, a Zermatt vía XY. Elijo un camino intermedio, ni el más corto, ni el más largo. Vía Furi, que es un pueblito que está en medio de la montaña, literal y figuradamente.
Mientras voy bajando me cruzo con una pareja. Decido saludar en suizo-alemán. Digo Grüezi mientras nos cruzamos. Bonjour, me responden. Con la siguiente persona con la que me cruzo vuelve a pasar lo mismo, así que al tercero le digo Bonjour, pero claro, me responde Bongiorno. Ok. Al siguiente le digo entonces Bongiorno pero, obviamente, me responde en alemán. Ok. Hallo! le digo a la pareja que me cruzo después. ¡Hola! me responden. Está claro que no le voy a pegar a ningún idioma, así que decido esperar a que me saluden para responder.
Mientras tanto llego a Furi, un pueblo que, como otros de la región, está compuesto por cabañas de madera sobre pilotes y techos de lajas. Larita me contó que normalmente entre el pilote y la cabaña hay una laja para que los ratones no puedan acceder a la casa.
Furi no es el único pueblo que me cruzo en mi bajada a Zermatt. En verano todos ellos parecen vivir casi exclusivamente del turismo. De qué podrán vivir en invierno parece ser todo un misterio. Pero, seguramente, algo habrán de hacer.
De Zermatt a Lenzburg

Por primera vez regreso hasta Lenzburgo por la misma ruta que me trajo. Exactamente la misma ruta. Podría decirse que es un evento único. A fuerza de haber pasado mil veces en los últimos tres días las estaciones de tren de Berna, Lucerna o Zürich me resultan extrañamente familiares. Pero hoy no vuelvo a Othmarsingen. No al menos, todavía. En Lenzburg me encuentro con los Kellenberger-Saubidet para ver el festival de artistas callejeros. Así que voy subiendo la cuesta, que arriba Lenzburg se visitió de fiesta…