domingo, 28 de febrero de 2016

Capital suiza, allá vamos... (Parte I)

Berna es la capital de la Confederación Helvética, más conocida para el resto de los mortales como Suiza. Por si se lo estaban preguntando, Berna también es la capital del cantón que lleva su mismo nombre (Un cantón es como una mini-provincia. A veces pueden ser ciudades, valles o regiones con múltiples pueblos). 
El centro de la ciudad se encuentra en una especie de cerro elevado rodeado en buena parte (tres cuartos de la ciudad vieja) por un río, lo que la hizo desde muy temprano, fácilmente defendible. El río en sí mismo resultaba ser una muralla efectiva. Por su parte, la diferencia de altura les permitía a los defensores detectar y atacar a los invasores con rapidez y facilidad. 
Desde 1848 es ciudad federal y es sede de los poderes ejecutivo y legislativo suizo (lo más parecido a un tribunal superior se encuentra en la ciudad de Lausanne, conocida por ser la sede del Comité Olímpico Internacional). El poder ejecutivo suizo es algo interesante. Suiza no tiene un presidente. Tiene siete ministros… ministros federales… mmm… superministros. Cada uno de estos superministros (no se imaginen a Cavallo porque lo único que ése debe conocer de Suiza son el foro de Davos y la bóveda de más de un banco) tiene a cargo un área. Economía, Educación, Defensa, Salud, Medio Ambiente, lo que sea. Pero además se van turnando en la presidencia del Consejo Federal, de modo que cada uno haga las veces de presidente durante un año. Hacer las veces de presidente se refiere a la función protocolar ya que ninguno de ellos podría cambiar a los otros. Obviamente es un sistema complejo porque los ministerios se deciden en función de los resultados electorales; tres para tal partido, dos para este partido, dos para este otro y uno para aquél, pero además la composición del consejo de ministros debe representar geográfica y lingüísticamente al país. Y después, claro, está …a convivir.
Por lo pronto parece que no tienen mucho problema en convivir en la capital. Cuenta la leyenda que Berna es una de las 10 ciudades del mundo con mejor calidad de vida. Como podrán imaginarse en la ciudad no sólo viven los superministros y los diputados del parlamento suizo. Pero saber cuál es su población no es tarea fácil ya que si bien la ciudad en sí misma tiene alrededor de 120.000 habitantes, a su vez es el centro de un entramado de localidades, pueblos y pueblitos que eleva el número total notablemente.
 Además de los berneses, en Berna también viven los osos. No sólo son el símbolo de la ciudad (un oso negro parado y sacando la lengua -los osos heráldicos siempre sacan la lengua- sobre una bandera roja y amarilla). También forman parte de ella. O al menos, de la fosa de los osos, una zona de la ciudad cercana al puente de acceso que desde hace casi seiscientos años alberga a una serie de osos, osas y oseznos. 
De nuevo, por ser invierno (nota mental cuatro mil quinientos treinta y cinco…) estaban  (casi) todos hibernando. Acá hay uno pidiendo plata. Por suerte se ve que le había ido bien ese día porque estaba bastante amigable.

Hay toda una larga controversia acerca de cuándo y por qué los osos devinieron animal heráldico de la ciudad, si fue desde el origen o no y pululan leyendas, teorías e hipótesis lingüísticas que intentan clarificar el tema. Ninguna lo hace de forma del todo convincente, así que dejemos el tema un poco de lado. Baste decir que el oso es el símbolo y animal heráldico de la ciudad y lo más probable es que la haya dado nombre y todo.
Por suerte para nosotros, el tránsito era casi inexistente, salvo por los ocasionales tranvías. 
La verdad es que la ciudad es muy linda y no sorprende que haya sido declarada patrimonio de la humanidad. Si lo que les sorprende es la decoración navideña de las calles es sólo porque las fotos son del año pasado. Y para que conste en actas, todos los pinitos y ramas de abeto son, tal como parecen, naturales. Al parecer los suizos expresan la misma pasión que los alemanes por la decoración navideña aunque usen menos lucecitas y chirimbolos. Y, por lo menos, a buena parte de los/as berneses/as la tala de abetos les ocasiona los mismos dilemas que a los sajones, es decir, ninguno.
Dos clásicos suizos. La fuente con columna y una torre con reloj. El reloj tiene nombre y todo. Se llama Zytglogge y es una reliquia medieval. Por momentos parecía complejo de entender y ciertamente no es lo primero que atinaría a mirar si quiero saber la hora, aunque no por eso deja de tener su encanto.

miércoles, 24 de febrero de 2016

El secreto de las tacitas

No es exactamente mi caso pero… si no podías dormir bien de noche pensando en por qué la porcelana de Sajonia –más específicamente la de Meissen- es tan famosa (y efectivamente lo es), he aquí la información que NECESITÁS saber. Si el tema no te preocupa tanto pero entraste a chusmear al blog, bueno, ya que estás leéte un par de líneas. 
Meissen es una pequeña ciudad que se encuentra en las afueras de Dresden y que si es conocida por alguna razón, es precisamente por la porcelana que allí se produce. Cuenta la Wikipedia que antes de que la porcelana china cayera en su actual desgracia marketinera fueron, precisamente, China y Japón los únicos países capaces de producir figuras, tazas y tacitas de este material con un mínimo de calidad. A lo largo de los siglos XVI y XVII los europeos trataron una y otra vez de producir el material, fracasando estrepitosamente una y otra vez hasta que finalmente lograron hacerlo en 1708. ¿Dónde? Elemental mi querido Watson, en Meissen.
Después verás en qué charla podés meter la cuchara y tirar el dato… pero, si querés lucirte prestá atención; la porcelana de Meissen (Meißen en alemán) fue la primera porcelana de calidad producida íntegramente en Europa. Porcelana no es lo mismo que cerámica, se entiende. Para su elaboración se requieren materias primas diferentes y un proceso de cocción especial.

Aunque cueste creerlo, los reinos de Sajonia, Prusia, Francia e Inglaterra estuvieron bastante preocupados en su día tratando de dar con la fórmula adecuada. Todos los experimentos se realizaban con gran secretismo, no vaya a ser cosa que un rival se hiciera con el secreto del -como se la llamó en su época- oro blanco (No confundir con la empresa patagónica de mudanzas y fletes ).  
Al parecer los primeros cacharros comenzaron a ser producidos con éxito en 1708 por Ehrenfried Walther von Tschirnhaus, quien murió prematuramente aunque nada parece señalar que lo hayan ajusticiado ninjas o samurais vengadores. Así que queda descartada la hipótesis del asesinato por parte de los asiáticos luego de ver perdido el monopolio y destrozada la quintita.

Tras su muerte fue su discípulo y secuaz, Johann Friedrich Böttger, quien continuó su trabajo. Parece que aprovechándose de cierta confusión que nunca terminó de aclarar, al Johann suele endilgársele la paternidad de la porcelana. Pues no. Todo este proceso se llevó a cabo con el máximo secretismo posible en un castillo (el Albrechtsburg de Meißen) de modo que ningún competidor pudiera dar con el secreto.
La producción de porcelana de Meissen comenzó a realizarse en forma masiva a partir de 1710 y ya entonces atrajo a diversos artistas y artesanos, estableciéndose una de las más famosas factorías manufactureras de porcelana de Europa.

La compañía sigue funcionando bajo el nombre Staatliche Porzellan-Manufaktur Meissen GmbH. Hoy en día no sólo produce figurillas kitsch o tacitas con flores. También cuenta con líneas más modernas y despojadas. Comprar una chuchería nimia implica hablar de una cantidad de euros considerables (mínimo de dos cifras). Pensar en un juego completo de té requiere pensar en, al menos, tres cifras o -casi siempre- cuatro cifras.
Su más conocido logotipo, dos espadas cruzadas, fue introducido en 1720 con la intención de proteger su producción de falsificaciones. Las espadas cruzadas eran uno símbolos que utilizaban los duques de Sajonia. Se puede decir eso lo transforma en uno de los logos de las marcas más antiguos que existen.

domingo, 21 de febrero de 2016

Lucerna

Lucerna se encuentra a orillas del lago de los Cuatro Cantones (Vierwaldstättersee, para quienes se animen) y si Wikipedia no miente la ciudad fue fundada hacia 1180. Aparentemente hacia 1300 ya era una ciudad importante (3000 habitantes, hoy tiene 200.000), por lo que Lucerna cuenta con bastantes edificios medievales.
Desde la costa del lago de los cuatro cantones mirando hacia los Alpes. Por suerte fue un día soleadísimo, así que pudimos disfrutar de la lista -¡ya era hora!-. Y sí, esas cosas que se ven flotando en el lago son cisnes. (Ya tendrán ellos también su entrada).
 
Cerca del 1300, los Habsburgo (otra vez) pusieron un pie en la región, obteniendo la autoridad sobre una serie de lugares entre los que se encontraba la ciudad. Al parecer los Habsburgo no eran del todo populares con sus súbditos, o al menos con los de estas latitudes ya que en 1332 Lucerna se unió a Uri, Schwyz (de este último se deriva el nombre del país, al menos en alemán) y Unterwalden para formar una proto Suiza y tratar de sacarse de encima a los austríacos. Más tarde, cuando a la Confederación se unieron Zurich, Berna y Zug, la (mala) suerte de los Habsburgo quedó sellada y  en 1386 fueron definitivamente expulsados. (Si algún día un profesor de historia de Suiza lee esto me enjuicia por divulgador berreta). Desde entonces la ciudad forma parte de la Confederación, y salvo por las guerras napoleónicas ha visto una existencia bastante relajada. La excepción a semejante tranquilidad estuvo marcada por los juicios de brujería, que hacia mediados del 1400 alcanzaron su punto límite. La Reforma y las guerras de la religión encontraron a Lucerna del lado católico.
De fondo con la "torre del agua", una postal obligada de la ciudad.
Atrás de los edificios se puede ver parte de la muralla de la ciudad como así también algunas de sus torres.
 ¿Alguien vio alguna nube? ¡Mirácolo!
 
Los puentes de madera que unen la ciudad son toda una atracción. En general vienen decorados con imágenes medievaloides de juicios por brujería y escenas apocalípticas. Por algún motivo, arder en el infierno parece menos amenazador cuando se está rodeado de agua. Afortunadamente no abundan las imágenes de hundimientos ni del diluvio universal. 
Lara dice que buena parte de que la ciudad sea tan linda se debe a que habría sido siempre una ciudad católica. La hipótesis es que las ciudades suizas que tempranamente se convirtieron al protestantismo desarrollaron una arquitectura más austera (el lujo y la ostentación eran vistos negativamente y la representación de figuras religiosas no estaba permitida). La idea parece bastante lógica. Y si es así, quizás sea una suerte para nosotros que Lucerna haya quedado del lado católico.
 

miércoles, 17 de febrero de 2016

Bajando la cuesta

Quizás sea una buena idea, quizás sea un poco una excusa... y lo más probable es que sea ambas a la vez. La idea detrás es evitar entradas larguísimas (y de paso, exprimirle el jugo a las fotos y a los textos). No, no, no va a haber vacaciones en el blog, no al menos por ahora. Lo que vamos a ver si funciona es subdividir algunas entradas. En este caso, Lenzburg-castillo de Lenzburg-ciudad.
 En el capítulo anterior habíamos estado haciendo de las nuestras en el castillo de Lenzburg. Ahora, bajando la cuesta nos adentramos en la ciudad con los Kellenberger Saubidet. 
Por si alguien aún está riéndose del nombre hispanizado "Estucardia" prepárese... Lenzburgo obviamente aparece como "Lenzburgo". Hasta aquí, ninguna sorpresa. Sin embargo los laureles son para el cantón en el que se encuentra la ciudad, Aargau, o mejor debiera decir, "Argovia".
La primera mención histórica que se hace de Lenzburgo es allá por el 924. Sin embargo en los sesenta, mientras removían el terreno para construir una autopista, dieron con las ruinas de un teatro romano y los restos de un asentamiento que fueron habitados por cerca de doscientos años, hasta ser abandonados en el siglo III.
 Lenzburg tiene “derechos de ciudad”, es decir, a gobernarse ya desde 1306, o sea, mucho, mucho tiempo.  
Como toda buena torre de municipalidad europea que se precie de tal, la de Lenzburg tiene un reloj. Como buen reloj suizo asumimos que estará en hora.
Los carteles colgantes merecen un capítulo aparte. En Alemania también existen pero, al menos por donde anduvimos, ni son tan frecuentes ni son tan elaborados,
Cuenta la leyenda que hacia 1500 hubo un incendió que quemó absolutamente todo con excepción de quince casas.
Fuentes con columnas alegóricas. Son un clásico de Suiza. En general tienen todas una estructura más o menos similar; una columna donde hay alguna escultura de algún soldado, patrono, noble o ser mítico de algún tipo, muchas veces armado. Y de la columna algún lugar de dónde mana el agua, casi siempre potable.
No me pregunten quién es porque no tengo ni idea, pero la bandera que lleva es el escudo de Lenzburg (y por lo visto lleva plumas haciendo juego).

domingo, 14 de febrero de 2016

Wisteria Lane, la Navidad y el castillo de Lenzburg

Hace ya milenios (cuando este blog todavía funcionaba regularmente) Lara nos mostró en Bariloche a diario (su blog que ya no era tan barilochense pero que funcionaba) las fotos de su nuevo hogar helvético. Un pueblo, en las afueras de Zurich, con montañas y bosques a la vista (accesibles), calles poco transitadas, casas pintadas de colores pasteles, muchas de ellas parecidas y, al mismo, un poco diferentes. Parecía perfecto, tanto así que cuando hice algún comentario en su blog deslicé la idea de que se habían mudado a Wisteria Lane. Wisteria Lane (Pronúnciese Uistiria Léin) es la calle donde viven (vivían) las protagonistas de Desperate Housewives (Amas de casa deseperadas), serie que por aquel entonces miraba con bastante frecuencia (cualquiera tiene un derrape).
Wisteria Lane, la calle perfecta de la serie.

Finalmente en la tarde de Nochebuena llegamos a Wisteria Lane. Mejor dicho, llegamos a Zurich. Ahí estaban Lara, Guido y Lena esperándonos para llevarnos a Othmarsingen, que es dónde se encuentra la otra Wisteria. Y si alguien se lo pregunta, sí, en la realidad es todo tan lindo como lo parece por blog y feizbuk. Sólo el clima fue un poco adverso aunque igualmente nos dio unos días de tregua.
La otra Wisteria. Mucha naturaleza, montañas a la vista, poco tránsito y calles zigzagueantes que se cruzan entre sí.

Muy cerca de donde viven los Kellenberger Saubidet se encuentra el castillo de Lenzburg. Y Lenzburg, una ciudad que creció amurallada al pie del castillo.
Ya desde lejos se lo puede ver. Desde la cima del cerro el castillo de Lenzburg domina, como desde hace más de 500 años, la vista de la región, viendo pasar gente de un lado al otro, suizos, austríacos, reformadores religiosos y ejércitos napoleónicos. 
Apenas tuve que buscar información extra ya que nuestra guía oficial nos explicó con lujo de destalles cómo venía la mano. El castillo era el asiento de los condes de Lenzburgo, que se extinguieron hacia el 1200. Después pasó de mano en mano, o, mejor dicho, de familia en familia (incluyendo la del emperador del Sacro Imperio, Federico Barbarroja), hasta que finalmente los Habsburgo se quedaron con el casillo en 1273. Sí, son los mismos Habsburgo de la casa de Austria, los que más tarde se casarían con los descendientes de los reyes católicos de España y nos atormentarían en la escuela con sus interminables alianzas, linajes, matrimonios y guerras. Pero como para eso hubo que esperar más de 200 años, de momento no es necesario ocuparse mucho del tema. Es más, podemos olvidarnos de ellos porque en 1415 el castillo y la ciudad fueron conquistados (al igual que la región) por Berna. Por eso hay osos pintados en las paredes. Nota al pie, en Suiza, como en el resto de Europa, cada ciudad y región tienen su bandera. En general son combinaciones de colores, motivos y animales. En el caso de Berna (pero también Berlín), el símbolo de la ciudad es, por motivos casi obvios, un oso. Digo casi obvios porque en alemán oso se dice “bär”, pronunciándose la ä como una especie de sonido intermedio entre una a y una e normalitas. Otro día volveremos al tema Berna y el oso, así que por hora tampoco es necesario preocuparse mucho. 
¿Dónde estaba? Ah, sí, Lenzburg fue conquistado por Berna en 1415. El castillo fue la avanzada del gobierno poder bernés en la región entre 1444 y 1798, cuando los ejércitos franceses entraron en acción. . 


Hoy es posible ver en el castillo rastros de todos los ocupantes, osos, águilas, escudos… cada quien le fue añadiendo torres, paredes y símbolos propios, lo que hace que el castillo tenga capas de distintos estilos y que se vea como un edificio que ha cumplido realmente con la función de fortaleza.
  ¡Y hasta tiene puente levadizo!
Aquí estaba, según Guido, recluida la bruja del castillo, muy a pesar de Lena, que insistía en explicarle a su hermano que “las brujas no existen”.

Junto al pie del castillo hay una “pequeña aldea” con casas de madera para que los/as niños/as (y no tanto) jueguen y hagan algo parecido a búsquedas del tesoro. Obviamente cada construcción explica qué es.
Para evitar lugares comunes preferimos no encontrar a las panaderas con las manos en la masa.